Este libro me ha llevado a las trincheras llenas de barro de Passchendaele, en donde podías ver los miembros destrozados de los soldados, flotando junto a los cadáveres de ratas también mutiladas. Evidentemente, esto era el horror de la Primera Guerra Mundial. Un conflicto que no tuvo que ocurrir y que a fin de cuentas, no resolvió nada y preparó el escenario para la Segunda Guerra Mundial.
La autora, Anne Perry, retrata con vivacidad la vida de los soldados ingleses en el frente. Casi puedes oler la muerte en los campos de Bélgica y el miedo que se sentía al iniciar los bombardeos con obuses. Esta novela refleja de alguna forma una actitud antibélica ya que describe lo que los soldados alemanes sentían también: Miedo, hambre, fatiga, indiferencia y una constante decepción hacia sus superiores pero más que nada, la añoranza de volver a casa. La trama es excelente y te engancha sin lugar a dudas, todos los personajes van creando su historia através del relato. Aunque el final es un poco pesado ya que se trata de un juicio (personalmente no me gustan ni las películas ni los libros acerca de juicios y abogados), el hilo de la trama no se pierde y el desenlace, aunque esperado no deja de ser agradable.
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